jueves, 27 de septiembre de 2012

ESPIRITU II


¿Acaso has sentido el aroma de una rosa roja, rosada, blanca o de un crisantemo y una dalia o la panoja del corozo?

La sensación, la mía, que os comparto para que lo experimentéis, es transportarme al espacio recóndito que vive en mi corazón. Y lo podeis experimentar si meditas por un momento, el don que tenemos, mujeres y hombres, de engendrar hijos divinos. No es sexo y si, pero elevado a la ultísima potencia de la creación. Es amor. Es el “Noscete ipsum de la tradición escrita. La tradición oral te indica que Mi padre y yo, somos uno.

El que tenga ojos, que vea.

Por si no lo sabías, la biblia es una colección de libros de psicología, alterados por orden de Constantino, ¿el grande?

¿Por qué?

Porque revelan lo que algunos egoístas nos habían mantenido oculto, a sabiendas que pierden poder. Poder de mandar mientras ellos se rascan la barriga. ¿Qué pasaría si esto cayera en manos del populacho?

No hay reyes porque es un título nobiliario inventado por quienes urgían de un líder que canalizara sus ambiciones. Y, éste, la persona humana, el actor interpreta su papel. Su palabra es ley, norma y sentencia.

Arbitrario, porque el ser humano verdadero declina el poder de mandar por el de obedecer. Obedecer los principios de ese espíritu que es “ama a tu prójimo, como a ti mismo”

No tiene nada que ver con la carne y, si. Si es para procrear mediante el amor a una mujer. Espíritu, la conjunción, perfecta. Ese noscte ip sum es tu parte divina como hijos que somos de la mente del creador, sushijos, dioses. En este punto, la alegoría de Hercules es un buen ejemplo si leeis o acordais del escrito: “Los doce trabajos de Hércules, semi dios.

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