martes, 7 de agosto de 2007

El efecto Placebo

En la década de los 70’s, alguien aseguró que “el cerebro elabora sus propias drogas”.

Lo anterior a propósito de un artículo publicado en el sitio Tendencias 21, titulado “Descubren cómo funciona el efecto placebo”, estudio llevado a cabo por neurólogos de la Universidad de Michigan.

Afirman que creer que tomamos una medicina, activa la región del cerebro asociada a la recompensa. Dicha región es denominada el núcleo accumbens, puesto que un placebo es una terapia que no tiene eficacia medica pero que puede tener efectos curativos o paliativos si el paciente cree que, en realidad, está tomando una medicina.

Agrega la nota que: el aspecto psicológico del placebo, particularmente el poder de la sugestión, es lo que se ha considerado hasta ahora para explicar su éxito y con esta suposición gran parte de la comunidad medica ha reconocido su eficacia y lo aplica en numerosos casos.

El procedimiento fue el siguiente:

“Estos neurólogos trabajaron con un grupo de voluntarios a los que les inyectaron una solución salina inofensiva, con la finalidad de provocarles dolor en la mandíbula. La mitad de los voluntarios eran mujeres, todas en los mismos periodos de sus ciclos menstruales, para evitar diferencias hormonales que pudieran afectar al nivel de tolerancia al dolor. El grupo se dividió a continuación en dos: uno de ellos recibió un simple placebo y el otro grupo fue informado de que iba a recibir un analgésico, aunque en realidad recibió también un placebo. Los cerebros de todos los voluntarios fueron escaneados durante el experimento y los resultados obtenidos fueron elocuentes, según explican en el artículo que han publicado los neurólogos de la Universidad de Michigan en la revista Neuron. Los voluntarios que creían haber recibido un analgésico presentaron una actividad particular al nivel de una zona del cerebro llamada núcleo accumbens, acompañada de secreción de dopamina, un neurotransmisor utilizado en las conductas de recompensa. Esta estimulación se produjo incluso en los voluntarios que creían haber tomado un analgésico antes de que el dolor apareciera. El núcleo accumbens es una pequeña región en el centro del cerebro vinculada a la habilidad de experimentar placer y recompensa e incluso de hacerse adicto a las sensaciones causadas por ciertas drogas”.

Hasta ahí lo esencial del experimento que dio como resultado las conclusiones referidas.
Pareciera..pareciera que “la realidad” es que el cerebro actúa independientemente de quienes somos y no como un órgano “nuestro” al que podemos programar y dirigir según nuestro YO.

Quizás por ello, el estudio de la conducta solo ofrece un aspecto parcial de nuestro comportamiento como actores o sea personas pero somos alguien esencia que tiene dominio sobre la materia de nuestro cuerpo.

Por eso es que se realizan, constantemente, pruebas de laboratorio que arrojan teorías sobre le mente.

Si no es así, entonces; por qué decimos: “mi cuerpo, mi cabeza, mi cerebro, mi mente”?.

Tendremos que insistir sobre un experimento citado por Burnet Mcfarlane en la década de los 70 sobre el intercambio de cerebros que se practicó de una rana a una salamandra y viceversa.

El resultado, según el autor del libro “El mamífero dominante”, fue que la rana siguió siendo rana y la salamandra, idem.

A eso siguió la pregunta respecto a ¿en que parte de los seres vivos se encuentra la mente?.

Que conste que aunque el pensamiento trascendental señala que “todo es mente”, eso no soy YO.

Hay que insistir que el cerebro solamente es un órgano mas de nuestro cuerpo que como mecanismo utilizamos para una serie de funciones del cuerpo. Nos auxilia en realizar determinadas tareas, acciones o ejercicios.
Si quiere comprobarlo puede disponer su voluntad esta noche con el objetivo de relajar su cuerpo.

Luego de una serie de respiraciones completas, recostado, ya para dormir, puede ordenar a su cerebro que, a su vez, ordene a las uñas de sus pies, relajarse. De orden en orden al cerebro relajará luego las plantas, el empeine, los tobillos, pantorrillas, piernas, nalgas, espalda, hombros, etc.

Pero tampoco vamos a dar toda la receta porque ésta será suficiente para obtener una respuesta inicial.

Existe un ejemplo en el cuerpo de un conocido amigo, experimentador, osado, de esos locos que entran donde los ángeles se detienen y una mañana tras un fin de semana de juerga asistía al trabajo en condiciones no aptas.

Pensó, dice, regresar a su casa pero algo lo apresuró a seguir hacia sus labores y, en el trayecto del descenso del bus al edificio donde trabajaba, se dijo: “Yo estoy sano”.

El resultado fue ingresar como que no hubiese consumido absolutamente nada de nada, lease licor, cervez, cocaina o marihuana.

Aquel estado de somnolencia le despertó a una realidad que tiene efecto real.

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